martes, 13 de octubre de 2009

KIRIKÚ

Ciclo: Cine ecológico
Direc.: Michel Ocelot y Bénédicte Galup
Nac: Francia. Año: 2005
Durac: 75 min. / v.o.s.e.
El abuelo, en su trono de la gruta azul, nos cuenta cómo Kirikú se convierte en jardinero, detective, alfarero, comerciante, viajero y médico y cómo el más pequeño y valiente de los héroes tendrá que buscar en su interior para encontrar el valor, la astucia y la generosidad necesarias para triunfar sobre el mal.
Crítica

Comentario crítico
Michel Ocelot (Director y guionista)
Yo no tenía ninguna intención de hacer un segundo Kirikú, pero el niño, el propio Kirikú, sin contar con mi opinión, se impuso, y no me pude resistir. Es una extraña experiencia: por una parte, te sientes un poco sobrepasado por tu propia invención, y por otra parte es como volver a empezar... Kirikú y las bestias salvajes no es una continuación de Kirikú y la bruja, en la que el héroe se ha convertido en un hombre, porque el Kirikú que ha pervivido en la memoria (la del público y la mía propia) es el niño pequeño, desnudo, decidido, despierto, astuto y generoso. Se trataba de mostrar aspectos de su vida que no tuve tiempo de contar. He tenido un placer inmenso al revivir a mi minúsculo héroe, al hacerle luchar, hablar —me ha dictado sus diálogos sin titubear, y lo que decía su madre, y su abuelo, y el viejo gruñón bajo su baobab, y la mujer fuerte, autoritaria pero no indiferente—. Karabá, como siempre, resplandece: aún es sólo una bruja, pero se advierte que esta mujer extraordinaria intriga al niño extraordinario cuya última palabra, en esta película, es para ella.
Me he centrado en mostrar la vida de la aldea, he seguido el impulso de los hermosos y exuberantes decorados agregando un espacio a escala de África y empapando de música toda la película. He trabajado estrechamente con Manu Dibango, aprovechando que vivimos en la misma zona, y hemos podido cumplir nuestros deseos de hacer un espectáculo musical. En cuanto a Youssou N’Dour, siempre está ahí, con sus canciones, tanto las antiguas como las nuevas, canciones que él mismo interpreta, algo que no había sido posible en la primera película. He disfrutado, además de otras ventajas, sobre todo del trabajo providencial con mi codirectora, Bénédicte Galup, colaboradora desde hace mucho tiempo, que se ocupaba de que todo fuera bien.

Bénédicte Galup (Director y guionista)
Codirigir: ¡elaborar y realizar un largometraje de animación entre dos! Eso formaba parte de los desafíos más relevantes de Kirikú y las bestias salvajes: encontrar cierto equilibrio entre el universo preestablecido de Kirikú y de su creador Michel Ocelot y el punto de vista diferente que yo podía tener como persona y que yo deseaba aportar en tanto que codirectora. Michel y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Cada uno de nosotros tenía sus propias aspiraciones, sus deseos. No todos podían ser colmados, pero sí que había una cosa segura: ambos compartíamos el deseo de hacer nuevamente una hermosa película acerca de ese cautivador personaje que es Kirikú. Desde un punto de vista práctico y logístico, las diferentes etapas de elaboración han ido recayendo en cualquiera de nosotros dos. A lo largo de toda la producción, Michel y yo hemos ido intercambiando puntos de vista y opiniones. Entre Angulema, campamento base de Kirikú desde 1998, y París, ciudad de los productores y de su creador, ¡hemos estado en contacto permanentemente por Internet y por el TGV [tren de alta velocidad]!
Por mi parte, tras instalarme en Charente durante casi un año y medio con unos equipos de grafistas, animadores y decoradores, me ocupé de la elaboración de las imágenes de la película, desde los story-boards hasta las imágenes finales en colores. En el estudio creado para la ocasión, rodeada de colaboradores con oficio y de confianza a los que esta nueva película debe mucho, me enfrenté a esta tarea, difícil pero apasionante. Una parte de los dibujos de animación fue elaborada en Vietnam, el resto en Letonia. Colaborar con unos animadores procedentes de otra cultura y para los que África y el mundo de Kirikú pueden parecer muy lejanos, también fue una experiencia apasionante. Leer más.


Michel Ocelot (Director y guionista)
Yo no tenía ninguna intención de hacer un segundo Kirikú, pero el niño, el propio Kirikú, sin contar con mi opinión, se impuso, y no me pude resistir. Es una extraña experiencia: por una parte, te sientes un poco sobrepasado por tu propia invención, y por otra parte es como volver a empezar... Kirikú y las bestias salvajes no es una continuación de Kirikú y la bruja, en la que el héroe se ha convertido en un hombre, porque el Kirikú que ha pervivido en la memoria (la del público y la mía propia) es el niño pequeño, desnudo, decidido, despierto, astuto y generoso. Se trataba de mostrar aspectos de su vida que no tuve tiempo de contar. He tenido un placer inmenso al revivir a mi minúsculo héroe, al hacerle luchar, hablar —me ha dictado sus diálogos sin titubear, y lo que decía su madre, y su abuelo, y el viejo gruñón bajo su baobab, y la mujer fuerte, autoritaria pero no indiferente—. Karabá, como siempre, resplandece: aún es sólo una bruja, pero se advierte que esta mujer extraordinaria intriga al niño extraordinario cuya última palabra, en esta película, es para ella.
Me he centrado en mostrar la vida de la aldea, he seguido el impulso de los hermosos y exuberantes decorados agregando un espacio a escala de África y empapando de música toda la película. He trabajado estrechamente con Manu Dibango, aprovechando que vivimos en la misma zona, y hemos podido cumplir nuestros deseos de hacer un espectáculo musical. En cuanto a Youssou N’Dour, siempre está ahí, con sus canciones, tanto las antiguas como las nuevas, canciones que él mismo interpreta, algo que no había sido posible en la primera película. He disfrutado, además de otras ventajas, sobre todo del trabajo providencial con mi codirectora, Bénédicte Galup, colaboradora desde hace mucho tiempo, que se ocupaba de que todo fuera bien.

Bénédicte Galup (Director y guionista)
Codirigir: ¡elaborar y realizar un largometraje de animación entre dos! Eso formaba parte de los desafíos más relevantes de Kirikú y las bestias salvajes: encontrar cierto equilibrio entre el universo preestablecido de Kirikú y de su creador Michel Ocelot y el punto de vista diferente que yo podía tener como persona y que yo deseaba aportar en tanto que codirectora. Michel y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Cada uno de nosotros tenía sus propias aspiraciones, sus deseos. No todos podían ser colmados, pero sí que había una cosa segura: ambos compartíamos el deseo de hacer nuevamente una hermosa película acerca de ese cautivador personaje que es Kirikú. Desde un punto de vista práctico y logístico, las diferentes etapas de elaboración han ido recayendo en cualquiera de nosotros dos. A lo largo de toda la producción, Michel y yo hemos ido intercambiando puntos de vista y opiniones. Entre Angulema, campamento base de Kirikú desde 1998, y París, ciudad de los productores y de su creador, ¡hemos estado en contacto permanentemente por Internet y por el TGV [tren de alta velocidad]!
Por mi parte, tras instalarme en Charente durante casi un año y medio con unos equipos de grafistas, animadores y decoradores, me ocupé de la elaboración de las imágenes de la película, desde los story-boards hasta las imágenes finales en colores. En el estudio creado para la ocasión, rodeada de colaboradores con oficio y de confianza a los que esta nueva película debe mucho, me enfrenté a esta tarea, difícil pero apasionante. Una parte de los dibujos de animación fue elaborada en Vietnam, el resto en Letonia. Colaborar con unos animadores procedentes de otra cultura y para los que África y el mundo de Kirikú pueden parecer muy lejanos, también fue una experiencia apasionante.

http://www.filmotecadeandalucia.com/_pelicula.php/1700/Kiriku_y_las_bestias_salvajes/1/

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