domingo, 28 de octubre de 2012
domingo, 21 de octubre de 2012
Las bodas de la pulga y el piojo
Las bodas de la pulga y el piojo
La pulga y el piojo se quieren casar
pero no se casan por falta de pan.
Sale una hormiga de su hormigal:
“Hagan las bodas, yo pongo el pan”.
Pan ya tenemos. Pan ya tenemos.
Ahora el vino, ¿dónde lo hallaremos?
Sale un mosquito detrás de un pino:
“Hagan las bodas, yo pongo el vino”.
Vino tenemos. Vino tenemos.
Ahora la carne, ¿dónde la hallaremos?
Sale un lobo de su lobera:
“Hagan las bodas, yo pongo ternera”.
Carne tenemos. Carne tenemos.
Y ahora la madrina, ¿dónde la hallaremos?
Sale una rata de la cocina:
“Hagan las bodas, yo seré madrina”.
Madrina tenemos. Madrina tenemos.
Y ahora el padrino, ¿dónde lo hallaremos?
Sale un ratón detrás de un molino:
“Hagan las bodas, yo seré el padrino”.
Estando en la boda bebiéndose el vino
llegó un gato negro y se llevó al padrino.
pero no se casan por falta de pan.
Sale una hormiga de su hormigal:
“Hagan las bodas, yo pongo el pan”.
Pan ya tenemos. Pan ya tenemos.
Ahora el vino, ¿dónde lo hallaremos?
Sale un mosquito detrás de un pino:
“Hagan las bodas, yo pongo el vino”.
Vino tenemos. Vino tenemos.
Ahora la carne, ¿dónde la hallaremos?
Sale un lobo de su lobera:
“Hagan las bodas, yo pongo ternera”.
Carne tenemos. Carne tenemos.
Y ahora la madrina, ¿dónde la hallaremos?
Sale una rata de la cocina:
“Hagan las bodas, yo seré madrina”.
Madrina tenemos. Madrina tenemos.
Y ahora el padrino, ¿dónde lo hallaremos?
Sale un ratón detrás de un molino:
“Hagan las bodas, yo seré el padrino”.
Estando en la boda bebiéndose el vino
llegó un gato negro y se llevó al padrino.
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Las bodas de la pulga y el piojo
sábado, 13 de octubre de 2012
viernes, 12 de octubre de 2012
"Prefiero leer sin tener que dar ninguna explicación, disfrutarlo simple y llanamente".
Yo, por cosas de la vida que no sabría explicar, siempre tenía un
libro en las manos. Para mí, la literatura fue, de hecho, el trampolín
hacia el mundo de la ficción y de la imaginación. A los cinco o seis
años veía un papel por la calle y lo cogía para leerlo, como
respondiendo a una tendencia compulsiva.
¿Tenía en la familia o entre los amigos buenos aficionados a la lectura?
No, nadie, nadie. Por casualidad, a los 10 años me llegaron a las manos las obras completas de Julio Verne y durante todo un año no hice otra cosa que leer a Julio Verne. Hice una inmersión total, no jugaba, no seguía las clases, era Julio Verne por la mañana, por la tarde y por la noche.
Primero fue Julio Verne y después vino Homero.
¿Y cómo llegó Homero?
Pues porque, entonces, todavía los sábados por la mañana había clase en los institutos y nos hacían ir a la biblioteca. Yo fui un día a la biblioteca y cogí la Odisea y luego la Ilíada y ahí empecé a leer disfrutando cada vez más de un mundo paralelo donde parecía que podías navegar libremente. Donde uno mismo, partiendo de tu realidad física y corpórea, despegaba de su cuerpo y ya solo existía ese mundo donde había una creación que te abría a unos nuevos universos, otras cosas.
Realmente, durante esos años, el poco dinero que tenía me lo gastaba en libros. Así me dediqué a comprarme uno tras otro los premios Nobel de Literatura.
¿Y el dinero?
Mi madre me preguntaba cuando le pedía dinero si lo quería para leer o para estudiar, y yo le decía: "Es lo mismo". Entonces llegó el momento en que tenías que decidir qué querías hacer en la vida y fue a los 14 o 15 años cuando me preguntó la profesora de literatura qué estaba leyendo. Le contesté que estaba leyendo Cien años de soledad, y me dijo: "Ah, curioso, ¿podrías volver dentro de dos semanas y hacer una presentación del libro ante tus compañeros?". Respondí: "claro que sí, y volví a leerlo tomando notas para hacer la presentación. Pero entonces descubrí que el placer de la lectura había desaparecido, que mi placer se había convertido en un trabajo y lo que fuera un puro disfrute sin objetivo alguno se convertía en un trabajo con un objetivo. Entonces me dije: "Prefiero leer sin tener que dar ninguna explicación, disfrutarlo simple y llanamente".
¿Tenía en la familia o entre los amigos buenos aficionados a la lectura?
No, nadie, nadie. Por casualidad, a los 10 años me llegaron a las manos las obras completas de Julio Verne y durante todo un año no hice otra cosa que leer a Julio Verne. Hice una inmersión total, no jugaba, no seguía las clases, era Julio Verne por la mañana, por la tarde y por la noche.
Primero fue Julio Verne y después vino Homero.
¿Y cómo llegó Homero?
Pues porque, entonces, todavía los sábados por la mañana había clase en los institutos y nos hacían ir a la biblioteca. Yo fui un día a la biblioteca y cogí la Odisea y luego la Ilíada y ahí empecé a leer disfrutando cada vez más de un mundo paralelo donde parecía que podías navegar libremente. Donde uno mismo, partiendo de tu realidad física y corpórea, despegaba de su cuerpo y ya solo existía ese mundo donde había una creación que te abría a unos nuevos universos, otras cosas.
Realmente, durante esos años, el poco dinero que tenía me lo gastaba en libros. Así me dediqué a comprarme uno tras otro los premios Nobel de Literatura.
¿Y el dinero?
Mi madre me preguntaba cuando le pedía dinero si lo quería para leer o para estudiar, y yo le decía: "Es lo mismo". Entonces llegó el momento en que tenías que decidir qué querías hacer en la vida y fue a los 14 o 15 años cuando me preguntó la profesora de literatura qué estaba leyendo. Le contesté que estaba leyendo Cien años de soledad, y me dijo: "Ah, curioso, ¿podrías volver dentro de dos semanas y hacer una presentación del libro ante tus compañeros?". Respondí: "claro que sí, y volví a leerlo tomando notas para hacer la presentación. Pero entonces descubrí que el placer de la lectura había desaparecido, que mi placer se había convertido en un trabajo y lo que fuera un puro disfrute sin objetivo alguno se convertía en un trabajo con un objetivo. Entonces me dije: "Prefiero leer sin tener que dar ninguna explicación, disfrutarlo simple y llanamente".
Entrevista:Vicente Todolí | ENTREVISTA | EL SENTIDO DE LA VIDA / 2
"Hay que hacer todo como un amante"
Si su hijo ya sabe leer
Si su hijo ya sabe
leer
En la escuela usted
debe ver que los profesores…
● Continúen
enseñando la relación letra-sonido a los niños que necesiten más
práctica.
Los niños
necesitan un promedio de dos años de instrucción para aprender la
relación
letra-sonido y
para aprender a deletrear y a leer bien.
● Enseñen el
significado de las palabras, especialmente las palabras que son
importantes
para entender un
libro.
● Enseñen
diferentes maneras de aprender el significado de nuevas palabras.
Puesto que
los maestros no
pueden enseñar a los estudiantes el significado de todas las
palabras que ellos
ven o leen, se
les debe enseñar a usar el diccionario para aclarar el significado
de las palabras.
Se les debe
enseñar a utilizar las palabras conocidas y las partes de una
palabra para deducir
el significado
de otras y a utilizar el contexto de la oración para deducir el
significado de una
palabra.
●Ayuden a los
niños a entender lo que ellos están leyendo.
Para recibir una copia del reporte
Teaching Children to Read (disponible solamente en inglés) preparado
por
el Panel Nacional de Lectura (National
Reading Panel), que sirvió de base para la información incluida en
este
folleto, visite la red
www.nationalreadingpanel.org.
MINIMALARIO Texto e ilustraciones de PINTO & CHINTO
Este era un camaleón que no sabía cambiar de color.
Viendo que los demás camaleones sí podían,
se ponía verde de envidia...
Esta era una gallina clueca que incubaba seis huevos.
Al cabo de veintiún días los huevos eclosionaron,
y la gallina contó los polluelos. Le salían siete...
Este era un tigre muy flaco, tan flaco que no tenía fuerzas
para saltar por el aro...
http://www.kalandraka.com/fileadmin/images/books/dossiers/Minimalario-C_01.pdf
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Este era un camaleón que no sabía
martes, 9 de octubre de 2012
Usted puede ayudar en el hogar…
Usted
puede ayudar en el hogar…
● Practicando los sonidos de la lengua.
Lea libros de versos y rimas. Enseñe a sus
hijos rimas, poemas cortos y canciones.
Haga juegos de palabras fáciles, como
¿Cuántas palabras puedes formar que
suenen como la palabra “bat”?
● Ayudándole a su hijo a separar
los sonidos que forman las palabras
oralmente y luego a unirlos de
nuevo. Ayude a su hijo a separar los
sonidos de las palabras, a escuchar los
sonidos del comienzo y del final y a
agrupar los sonidos que ha separado.
● Practicando el alfabeto,
señalando las letras donde las vea
y leyendo libros que enseñen el
alfabeto.
nrp
viernes, 5 de octubre de 2012
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