El artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989,
 establece que los estados que la suscriben "reconocen el derecho del 
niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades 
recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida 
cultural y en las artes". En ese sentido, para el pedagogo y dibujante 
italiano Francesco Tonucci, "es jugando como el niño se desarrolla, y 
por eso le es reconocido como un derecho".
Y para jugar, no es necesario gastar un dineral en los juguetes más 
avanzados a nivel tecnológico. No. "Los buenos juguetes cuestan muy 
poco", explica Tonucci durante la presentación de la conferencia 
"Más 
juego, más movimiento: más infancia" que brindó ayer en el salón Maestro
 Alfredo Bravo del Palacio Sarmiento, invitado especialmente por la 
Biblioteca Nacional de Maestros (BNM), en una iniciativa compartida 
entre el Ministerio de Educación de la Nación y la Fundación Arcor.
"El barro es el príncipe de los juguetes –continuó Tonucci–. El barro no
 es nada y puede ser todo. Y a lo largo de la historia de la humanidad, 
ha sido un material que ha servido para hacer infinidades de cosas. Es 
un material riquísimo. Y en manos de los niños…" Tonucci no termina la 
frase y dibuja con su mano abierta un rulo en el aire. La metáfora tiene
 una explicación: "Un buen juguete es lo que se presta a muchos usos, 
con distintas condiciones sociales", agrega el pedagogo, que luego 
enumera y clasifica como buenos juguetes a la pelota y a la muñeca, 
chiches que todo niño y toda niña han tenido alguna vez y que sirven 
para muchas cosas.
Pero Tonucci deja para el final la referencia a otro "buen juguete": el 
libro. "A mí me gusta mucho pensar que algún día un padre le dará dinero
 a su hijo, lo llevará a una librería y le dirá: 'Elige un libro'." Ese 
libro, seguramente, se irá a una casa, de la mano de ese niño, esperando
 ser leído. Y para Tonucci ahí nace la relación que generará un nuevo 
lector: "Creo que lo más importante es ofrecer a los niños la 
experiencia de la escucha. No se puede aprender a leer bien y con gusto 
sin haber vivido, sin haber tenido una experiencia de gozar con la 
escucha de un adulto que lea al niño. Pero como no todas las familias 
pueden acceder a ese derecho, es obligación de la escuela hacerlo para 
todos los niños, de manera que todos tengan una experiencia básica 
fundamental para pasar a la parte técnica del aprendizaje de la 
lectura". Para "Frato", como lo apodan al pensador y dibujante italiano,
 "un niño debería empezar a leer porque desea leer; porque vivió la 
experiencia fascinante de la escucha de la lectura de libros que un 
adulto le regaló a lo largo de días y días", y considera que esto 
debería ser costumbre en las escuelas, con una franja horaria 
establecida para tal fin. "Esta es la única garantía de que en esos 
niños pueda surgir el deseo de aprender a leer. Una vez hecho esto, lo 
más importante ya estará conseguido, y después el aprendizaje 
instrumental de la lectura es una cosa que los niños hoy en día aprenden
 solos", agregó.
Además del pedagogo y dibujante  invitado, participaron de la 
conferencia la socióloga Cristina Diéguez, y especialistas de la 
Dirección de Educación Inicial del Ministerio de Educación de la Nación.
 La propuesta ha sido declarada de interés educativo por el Ministerio, y
 tuvo como eje central el derecho a jugar, buscando interpelar a los 
adultos sobre las genuinas oportunidades que tienen los niños y las 
niñas en relación con el juego y el movimiento.
Finalmente, para arrojarse a la práctica de la lectura con un niño, 
Tonucci recomienda "leer sin temor, sin pensar que se está perdiendo el 
tiempo o que se podría hacer algo de mayor importancia". Y antes de ir a
 la cama "acompañar a los niños a dormir leyendo un libro y no mirando 
la televisión, lo que constituye las bases de la lectura". Esto, 
siempre, con la idea de jugar con el chico, porque en términos de jugar,
 para Tonucci "nunca se deja de ser un niño". «
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