«Los lectores críticos deben nacer de las aulas»
· ENTRE LIBROS
· Juan Mata caza las emociones entre los volúmenes de una colección ecléctica y multidisciplinar
La más dorada y esférica de las zonas residenciales de la capital acoge la casa de Juan Mata Anaya, a quien le siguen haciendo bromas por la coincidencia de su nombre y primer apellido con el de un conocido jugador de fútbol, que ahora se desempeña en el Manchester United. Sin embargo, este jienense de Torredelcampo, quien muy pronto vino a Granada con su familia en busca de la estabilidad económica que el campo no proporcionaba, tiene una ejecutoria vital en la que no necesita correr la banda para ganar y ganarse a quien con él habla de libros, su gran pasión junto con la enseñanza.
· ENTRE LIBROS
· Juan Mata caza las emociones entre los volúmenes de una colección ecléctica y multidisciplinar
La más dorada y esférica de las zonas residenciales de la capital acoge la casa de Juan Mata Anaya, a quien le siguen haciendo bromas por la coincidencia de su nombre y primer apellido con el de un conocido jugador de fútbol, que ahora se desempeña en el Manchester United. Sin embargo, este jienense de Torredelcampo, quien muy pronto vino a Granada con su familia en busca de la estabilidad económica que el campo no proporcionaba, tiene una ejecutoria vital en la que no necesita correr la banda para ganar y ganarse a quien con él habla de libros, su gran pasión junto con la enseñanza.
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JOSÉ ANTONIO MUÑOZ | GRANADA
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Comenzó
leyendo tebeos, cuya denominación -procedente de un epónimo propietario-
explica a sus alumnos, que hoy les llaman por el apelativo inglés cómic.
Aquellos TBO le abrieron las puertas de un mundo donde las novelas de acción
tenían un lugar preeminente. Y la colección de Juan Mata es un inmenso campo
para la acción: la suya, que le ha hecho acreedor de una biblioteca con su
propio nombre en Ogíjares; la que inspiran decenas de 'juguetitos', como el
elefante Elmer, repartidos por los anaqueles, reveladores de ese niño inquieto
que sigue siendo, y la de novelas donde los cañones humean a ritmo de jazz, su
música favorita. Con todo, la producción propia de artículos y libros sobre la
etapa infantil y juvenil justifica ese contacto permanente con las nuevas
generaciones, que también llenan sus clases en la Facultad de Ciencias de la
Educación.
Su intención primigenia era dedicarse al estudio de la lengua -se licenció en
Románicas-, pero el primer trabajo que le ofrecieron en el mundo universitario
fue el de enseñar. Comenzó a impartir docencia de forma inopinadamente en la
Escuela de Magisterio, y de ahí no volvió a salir. «Sigo teniendo el deseo de
aprender, porque la cualidad biológica que nos ha permitido avanzar como
especie es la curiosidad. Sin embargo, el sistema educativo frustra en muchas
ocasiones esa cualidad. La época de estudios debiera ser la que diera
satisfacción a ese impulso, pero en muchos casos, no es así», afirma. «Hay una
contradicción evidente entre los discursos políticos y la realidad educativa.
Ahora están de moda dos conceptos: creatividad y emprendimiento, pero, ¿cómo se
entrena la creatividad cuando se implanta un modelo que tiende a repetir lo ya
sabido de modo mecánico?», añade.
Círculo
Mata culpa en
buena parte a Círculo de Lectores de su afán literario. «Mi madre tuvo el
acierto de suscribirse, y no recuerda por qué. Ahora, muchos de los volúmenes
que editaban, de forma muy cuidada por cierto, forman parte de mi biblioteca».
Esas pastas duras, esas ediciones en letra grande que facilitaban la lectura,
aun a costa de dividir la obra en dos volúmenes, esas sobrecubiertas sencillas
pero atractivas... Y claro, la bendita 'obligación' de comprar un volumen cada
dos meses, aficionan a alguien a la lectura a poco que tenga un mínimo de
sensibilidad, sí o sí.
A los 13
años, eligió del catálogo «porque me gustó lo que decía la entradilla», 'Sinuhé
el egipcio'. Cada una de nuestras buenas lecturas nos deja un recuerdo, y en el
caso de Mata fue una palabra: trepanación. El concepto alude a la técnica
quirúrgica para abrir el cerebro, y le causó, como toda la novela, una honda impresión.
Aquí empezó a
crecer su biblioteca, de forma dispersa. El adjetivo no tiene en este punto una
connotación negativa. «De hecho, les digo a mis alumnos que no importa si sus
lecturas son centrífugas. Las preferencias literarias no tienen por qué ser lineales,
hay muchos caminos para descubrir a los grandes autores». Fue su caso con 'El
viejo y el mar' de Hemingway, que le aconsejó su profesor tras un fracaso
creativo. «Había escrito un poema sobre el mar, y se lo enseñé. Me dijo que era
malísimo. Lástima no haberlo conservado, porque, sin duda, debió ser
horrible...», dice sonriendo. «Fue entonces cuando me dijo que si yo -un joven
de interior-, quería conocer el mar, debía leer esta novela de Hemingway. Y
aquí descubrí la buena literatura».
En definitiva,
para nuestro contertulio, el gusto literario se educa a través del empírico
método del ensayo y el error. «El camino hacia los libros es como el de la
vida, un continuo aprendizaje». En su caso, tuvo una época de lecturas
moralistas: 'La vida sale al encuentro', de Martín Vigil; 'Una chabola en
Bilbao', del mismo autor; 'Edad prohibida' de Torcuato Luca de Tena... «En la
adolescencia, una época donde las impresiones quedan marcadas como a fuego,
estas lecturas me crearon cierta angustia vital, que con el paso del tiempo
considero buena para forjar el carácter», comenta.
Ya en la
Universidad, Mata se debatió entre la metaliteratura o el ensayo científico que
se repasaba en la aulas y la lectura personal de los textos originales. Al
respecto, opina que «muchas veces sabemos demasiado sobre lo que los expertos
dicen de una obra y poco sobre la obra misma, porque o la hemos leído deprisa o
ni siquiera la hemos leído». La confusión entre erudición y saber podría ser el
caldo de cultivo de estos excesos. «Prefiero la interpretación personal, aunque
no haga justicia al texto, a una sobreabundancia de notas a pie de página»,
comenta. «Lo importante es formar lectores de textos originales. La periferia
llegará o no. A leer de forma crítica se debe aprender en la escuela y el
instituto; los lectores críticos deben nacer de las aulas».
Entonces y
ahora, Mata afirma haber descubierto a sus grandes referencias literarias sin
un profesor delante. «He enriquecido mucho mi acervo bibliográfico en
conversaciones de pasillo y cafetería. Los comentarios de compañeros tienen
para mí un valor incluso más potente del que tienen los del aula». Defiende la
importancia de los clubes o grupos de lectura, «un espacio de aprendizaje
literario muy intenso, y que implica, como dijera Paul Ricoeur, un
desplazamiento del eje desde el texto hacia el lector, lo que supone una
revolución en el campo de la literatura».
Con esta
perspectiva tan amplia, su lista de autores favoritos es igualmente extensa:
Onetti, Dovstoievski, Cortázar, Borges, Joan Margarit, poesía del siglo XX...
«Me inquietó mucho Alejandra Pizarnik, por lo perturbador de su lenguaje, o
Wislawa Szymborska. De ahora me gusta Aurora Luque, Sánchez Rosillo, Antonio
Carvajal... La poesía de hoy me parece extraordinaria». Interesado últimamente
en el cerebro y las emociones, se confiesa admirado, precisamente, por los
efectos de la lectura en el desarrollo cognitivo: «Hoy no solo podemos defender
la lectura en abstracto; el cerebro se modifica espectacularmente cuando uno
lee». Sobre su mesa, recién terminado, un ensayo de Giovanni Frazzetto,
titulado 'Cómo sentimos'. Y tras esta charla, el convencimiento de habernos
encontrado con un lector vocacional y un profesor sobrevenido de anchas
perspectivas.
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