Una familia de ratones recoge provisiones para el inverno. Todos trabajan excepto Frederick, que aparentemente no hace nada; pero también se aprovisiona, aunque de otro tipo de recursos: rayos de sol, colores, palabras... Cuando llega el inverno comprueban que el trabajo poético de este pequeño ratón había sido distinto de la labor que desempeñada por los demás, pero que también acaba resultando imprescindible para que todos los ratones pasen mejor la crudeza de la estación invernal. Así, en este cuento, Frederick es aceptado como es.
Leo Lionni es uno de los grandes artistas pioneros del moderno álbum ilustrado. Uno de los grandes temas del cuento es la individualidad, el descubrimiento y la aceptación de la propia identidad: Frederick es poeta y demuestra que, a su manera particular, también hace una aportación al colectivo. De esta manera nos presenta al artista no como un ser automarginado o rechazado, sino como una persona necesaria para los demás. Frente a la importancia del trabajo, Frederick les recuerda a los lectores la necesidad de alimentarse de otras cosas que paja y nueces.
Pero va más allá. A muchos, Frederick les puede parecer egoísta, pero el egoísmo del protagonista es, simplemente, una fidelidad consigo mismo. Sus compañeros de madriguera, lejos de recriminarle, le dejan meditar, respetan su introspección y sienten verdadera curiosidad por su mundo que, finalmente, agradecen.
Lionni parece transmitirle a los niños con su cuento la importancia de la libertad individual: los lectores se sienten amparados, pues saben que los ratones respetarán la individualidad de Frederick, lo que satisface hasta al lector más inseguro. Es como si le dijese que hay que ser lo que uno desea y hay que serlo sin temor, puesto que los demás lo podrán entender.
Además de “Frederick”, KALANDRAKA también ha publicado de este autor los álbumes titulados “Pequeño azul y pequeño amarillo” y “Nadarín”.
LEO LIONNI
(Amsterdam, Holanda, 1910-Tuscany, Italia, 1999)
Nació en una familia dedicada al pulido de diamantes. Su tío Piet le inculcó el amor por el arte, la pintura, el ambiente de los talleres. Lionni estaba tan implicado en este ambiente que, cuando a de pequeño le preguntaron qué quería ser de mayor, dijo con toda convicción: "¡Artista!".
No obstante, se doctoró en Economía y tardó mucho tiempo en publicar un libro infantil; casi por casualidad, a los 49 años, intentando entretener a sus nietos durante un viaje en tren. Para ello rompió pedacitos de papel de colores con los que creó la historia de “Pequeño azul y pequeño amarillo”.
Cuando tenía 12 años emigró a Estados Unidos, donde debió adaptarse a un nuevo tipo de vida y a nuevas circunstancias: la Depresión del 29, la II Guerra Mundial y el impedimento de regresar debido a la persecución nazi en Europa.
En sus libros, Lionni compone pequeñas e importantes fábulas que aleccionan sobre la vida, pero no para moralizar, sino para permitir al niño reencontrarse con su propio mundo y ofrecerle una alternativa segura. Resulta evidente que Lionni no creó sus fábulas por casualidad, sino por su capacidad para volver a la infancia, de capturar y expresar los sentimientos de sus más tempranos recuerdos.
Esa mirada hacia la infancia que Lionni realiza con cada una de sus ficciones es una vuelta a su propia infancia, a su mundo mágico y especial, que consigue revivir. Como él mismo dijo: "De algún modo, en algún lugar, el arte expresa siempre los sentimientos de la infancia".
■ Temática: la poesía y el arte
■ Edad: desde 4 años
■ Aspectos destacables: clásico de la literatura infantil y juvenil; la personalidad propia
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